AID Atlanta, la organización de servicios de sida más grande del sureste, representó al sida como un hombre atractivo que era una amenaza silenciosa para las mujeres. Aunque el cartel daba un número telefónico para que llamaran las mujeres, omitió explicar las “precauciones” que podían tomar para negociar su seguridad sexual con sus “amorosas” parejas masculinas.