Las coloridas, caricaturescas e icónicas imágenes de Keith Haring aportaron una estética memorable a varias campañas de concientización del sida. En 1989, después de su diagnóstico, creó la Fundación Keith Haring para poner su arte a disposición de organizaciones del sida y ofrecer becas para investigación y cuidado de personas con VIH y sida. Sus muy coloridas figuras, aunque sin rasgos distintivos, recordaban al espectador que el sida no discrimina y que todos necesitan tomar decisiones sobre su salud en base a hechos, no en el miedo. La fundación continúa trabajando hasta hoy en dos áreas relacionadas: apoyo para niños con sida; e investigación, educación y cuidados del VIH y el sida.